El nombre de ‘La deformidad perfecta’ resulta decidor para hablar del
cómic ecuatoriano. Así lo deja ver la muestra que exhibe el trabajo de
nueve ilustradores, en el Centro de Arte Contemporáneo.
El título es una
apropiación de lo dicho por el historiador y teórico del arte, Ernst
Gombrich, para quien la pintura expresaba una forma perfecta; mientras
que la caricatura, una deformidad perfecta, pues revelaba la esencia
oculta tras el velo de la naturaleza. Así, el cómic busca acercarse a
una realidad depuesta por una apariencia engañosa.
Sin embargo, esa
acepción se comprende por Diego Arias, investigador de la muestra, en
distintos niveles. Uno correspondiente a las formas y la exploración de
temáticas (cuestionadoras y disidentes, la mayoría de veces); y el otro
referente a los procesos y estrategias de publicación seguidas por los
dibujantes, en un medio donde el cómic, dista de ser una industria.
Además, ‘La deformidad perfecta’ enclava su investigación en un período
comprendido entre la vuelta a la democracia, en 1979, y el 2010; con un
corte dado por la crisis económica de 1999, año en el que algunas
publicaciones desaparecieron y el cómic se sumó a la debacle
experimentada por los demás sectores culturales.
Pero la hipótesis de
una depresión en la producción del cómic se deshizo durante la
investigación, pues Arias encontró que ante la crisis los ilustradores
desarrollaron tácticas personales para publicar. El cómic se ligó al
tatuaje, a la música (el rock, sobre todo), a la comunicación, a la
academia, a la antropología visual.
En el Centro de Arte Contemporáneo se exhiben las creaciones de Eduardo
Villacís, Carlos Sánchez Montoya, Guido Chávez, Roger Ycaza, Fernando y
Francisco Barahona, Juan Zabala, Fabián Patinho, Álex Cruz y Juan Carlos
Rodríguez.
Así como una evolución en los modelos de gestión del cómic,
también hay una en la técnica, un desarrollo que derivó en la diversidad
de estilos. Hay quien se decanta por formas crudas y frontales para
soltar una lectura evidentemente política, otros van hacia un dibujo más
‘naïf’ pero que trata las relaciones con las culturas emergentes;
algunos juegan con una disposición caótica sobre el papel y otros con el
refinamiento desde el lápiz, la tinta y el color . Existen juegos con
la ciencia ficción y con lo grotesco.
En lo temático, si bien la línea
de la realidad política y social atraviesa las obras, esta es apelada
desde distintas perspectivas. Si el anarquismo es el lenguaje de unos,
otros se enfocan en la delincuencia y la violencia dentro de la
cotidianidad urbana. Desde las viñetas se proponen críticas a las
dinámicas de poder, pero también una mirada a la mojigatería de la
sociedad; y hay un encuentro entre la intimidad del individuo y su
contacto con el entorno.
Mas si el cómic ecuatoriano tiene una fuerte
carga política y social (como heredero de la caricatura política, según
Arias), también se lo hace desde la visión específica de sus autores,
cuyas biografías están en las ilustraciones a través de varios campos de
interés. Entre ellos, la ecología, las relaciones personales o el rock.
Este género musical tiene una relación estrecha con el cómic en el
Ecuador, ya porque algunos de sus hacedores son parte del movimiento
roquero, o porque entre ambas manifestaciones se practica la resistencia
frente al poder, desde la deformidad perfecta.
Sobre la muestra
‘La
deformidad perfecta’, muestra de cómic contemporáneo ecuatoriano, estará
expuesta en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, hasta el 12 de
septiembre.
Además de los bocetos originales se exhiben las revistas y
libros donde se publicaron los cómics. Lo que deja ver las diferentes
tácticas de estos hacedores para publicar su trabajo.
Flavio Paredes Cruz
Vía: El Comercio, 29/08/2012
F:http://www.elcomercio.com/cultura/Estrategias-formas-comic-quiteno_0_763723735.html
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